1. Cass McCombs - Tip of the Sphere
Cass McCombs es como el Jerome Salinger de la música indie: un cantaautor cuarentón nómada, muy talentoso y ecléctico que mezcla jazz con psicodélica, rock y blues, reverenciado por los jóvenes y por la crítica pero con tendencias ermitañas que enfrenta su éxito natural aislándose, recluyéndose y no dando entrevistas. Además, cuando concede entrevistas, es un tipo muy agradable, como denota este extracto de un intercambio muy recomendable que tuvo con Pitchfork hace poco:
Pitchfork: Well, it seems safe to say that your last album, WIT'S END, was quite dark and didn't have many jokes. Would you agree?
CM: No.[1]
Con una participación sostenida en bandas de la escena de San Francisco desde los '90 y con un sólido output desde los tempranos 2000 se convirtió en una clase de 'padrino mágico' de los indies, algo así como cuando el Neil Young de los '90 se volvió en el 'abuelo' del grunge. Con más de media docena de LPs publicados por Domino desde el 2004, hace unas semanas McCombs publicó "Tip of the Sphere", un disco muy especial que la crítica amará y nosotros queremos mucho.
Tip of the Sphere sigue una de las líneas de sus predecesores: es un disco extenso y variado, que oscila entre la palabra hablada (American Canyon Sutra), el blues kinkesko (The Great Pixley Train Robbery), la psicodelia calma (Tying Up Loose Ends) y un folk por momentos más clásico construido en base a drones. Sobre esto último, la canción que abre el disco, I Followed The River South To What se construye durante sus más de 7 minutos sobre un riff hipnótico que no ceja de taladrar el cerebro en ningún momento (nosotros, agradecidos). Pero se distingue de sus predecesores en que, a nivel general, es mucho más apaciguado, espaciado y relajado. Es un disco óptimo para escuchar a oscuras mientras se pondera sobre el universo. Ya por dar a luz a Absentee, una pequeña balada jazzera de piano y vientos que reza sobre la ausencia y la pérdida, el disco tenía razón de ser. Pero nos ofrece además diez piezas más para que conozcamos qué están pensando estos tipos tan raros en el hemisferio norte.
Temas clave: I Followed The River South to What; The Great Pixley Train Robbery; Absentee
¿Qué obtendríamos si tomamos las espermátidas de Kapranos (el cantante de Franz Ferdinand), las combinamos con células de Ian Curtis, las rociamos con hormonas extraídas de Editors y se las injertamos a Interpol, forzando así una gestación y un parto? Bueno, además de un excelente argumento de una película de terror, muchos tratados bioéticos rotos en el camino y el beneplácito de parte de la sociedad argentina que ama que la gente de a luz contra su voluntad, obtendríamos a los tres bellos muchachos de White Lies.
White Lies, la banda que surgió a fines del 2007 de las cenizas de Fear of Flying y que precisamente se formó porque los miembros necesitaban un ensamble distinto para tocar el material "más oscuro" que entonces empezaban a componer. Desde su primer LP "To Lose My Life" del 2009, este trío de muchachos blancos con un don por las melodías no paran de jugar con los temas escabrosos, las letras oscuras y las emociones intensas, bordeando lo emo sin caerse al abismo, con un equilibrio que quizá sólo logró Brand New con Science Fiction hace dos años.
FIVE, el último álbum de la banda, no es excepción. Si bien White Lies continúa sonando como una mezcla perfecta entre las bandas que nombré, de ninguna forma son un rejunte o una combinación derivativa. Más bien, llevan los riffs infecciosos, los sintetizadores que saturan y los bajos crudos a otro nivel, creando algo nuevo en el proceso. FIVE es un disco corto, de apenas más de 40 minutos y 9 canciones, que nos recibe con una de las mejores canciones hechas por la banda, Time To Give, una diatriba sobre el callejón sin salida de una relación agotada y las pequeñas inmolaciones que tratan de mantener a flote esa relación. La canción, compuesta por dos 'movimientos' claramente distinguibles, finaliza con una progresión de acordes tan compleja y con una descarga sónica tan emocional y visceral que nos recuerdan que el rock alternativo y el post-punk aún viven.
Por momentos, el disco recupera melodías esperanzadoras y canciones más optimistas (Never Alone) con riffs de sintetizador espaciados y abiertos que nos recuerdan al mejor momento de The Cure. Por momentos, el disco se permite melodías estúpidamente alegres y disparadas por percusiones y guitarras claramente maníacas (Jo?). Y por momentos, el disco cae directo hacia el abismo con un narrador que le pide al interlocutor que le siga golpeando porque la compañía de los golpes es preferible a la soledad (Kick Me). Tokyo, el primer single del álbum, es una canción construída a partir de un riff de bajo impresionante que tiene ecos de rock de arena ochentoso.
Nunca una banda vistió tan a la vista sus influencias sin dejar de ser sugerentes y originales. Otra razón a favor de que permita experimentar biológicamente con músicos y bandas.
Temas clave: Time to Give; Kick Me; Tokyo
3. Ian Brown - Ripples
Que Ian Brown no sabe, ni puede, ni pudo cantar jamás de una forma mínimamente aceptable es un hecho aceptado. Lo interesante es que el frontman de la seminal, increible y apoteótica The Stone Roses fue tan inteligente que logró adaptar las composiciones de su banda, y luego sus propias producciones, a su registro horrible y poco variado. Lo escuchamos con esa voz grave, casi monóntona, en I Wanna Be Adored, en She Bangs The Drums y en Bye Bye Badman, y nos encanta: Ian Brown sabe sacar ventaja de sus propias limitaciones.
Desde que The Stone Roses se estrelló (primero en los '90 y después en la reunión de hace algunos pocos años), Ian ha tenido una producción solista sostenida, que demuestra que más que querer ganar dinero, nuestro hombrecillo simiesco trata de canalizar su visión artística sin importar los números y las ventas (con las royalties de The Stone Roses podría vivir muy tranquilo). Y es que si bien este hombre mono la pegó con canciones como F.E.A.R. y Stellify, la verdad es que ya en composiciones anteriores como Corpses In Their Mouths (Unfinished Monkey Business, 1998) nos recordaba que tenía más que decir que lo que había cantado (como podía) en los dos discos de los Roses.
Ripples es el primer disco solista de Brown en una década, y la verdad que aparece como una sorpresa grata. Una década aniquila hasta al solista más campeonazo, y fácilmente podría haber arruinado a nuestro querido primate Ian. Pero Ripples suena con una energía renovada que, hay que decirlo, en parte se debe a que esta vez Brown consiguió musicos de estudio habilidosos y con empuje. Riffs convencionales pero potentes que sacan fuerza de su sencillez (Black Roses), percusiones que tienen textura más que mero acompañamiento (Ripples), y una sinergia que recuerda a los mejores momentos de The Stone Roses (First World Problems; Soul Satisfaction) hacen que Ripples sea uno de los puntos más fuertes de la carrera de Brown.
Incluso, como novedades, tenemos algunas incursiones en canciones realmente simples pero eficientes, como Breathe And Breathe Easy (The Everness of Now) donde Brown canta acerca de la calma y de la relajación acompañado por una guitarra acústica, cuyo acabado recuerda a las sítaras de la música yogui y aporta al feeling 'oriental' de la composición, y que es interrumpida únicamente por un único acorde de piano final, que cierra la canción. ¿Y la voz de Brown? Como dije, estamos ante un tipo inteligente, que adapta los tonos y las texturas a su propia capacidad vocal. En este contexto, de grabación de estudio, Brown no podría sonar mejor. ¿En vivo? Dios se apiade de nosotros.
Concedido, Ripples no es una obra experimental que expanda mucho más allá los límites del artista, e incluso por momentos el album recuerda bastante a The Stone Roses. Pero acerca de esto último, todo lo sea de calidad y nos recuerde a los Roses lo recibimos alegremente, siendo que fueron una banda infravalorada y desaparecida prematuramente. Y sobre lo primero, como nos enseñan a diario muchas bandas, es preferible perfeccionar el arte en que uno es naturalmente bueno a experimentar y cagarla.
Temas clave: First World Problems; Breathe And Breathe Easy (The Everness of Now); Soul Satisfaction.
[1] https://pitchfork.com/features/interview/8701-cass-mccombs/