Y lo de extensa acá es clave, y es lo que me interesa usar como línea de análisis en esta reseña. Y es que, como saben los que siguen a la banda, James parece tener una semi-obsesión con el hecho de que es viejo (nosotros discutiríamos "viejo", pero le concedemos que ya 'está grande'). Objetivamente, Murphy ingresó al ámbito musical con 30-32 años. Si pensamos que en el 2000 las bandas que estaban explotando y redefiniendo el rock y la electrónica eran grupos de veinteañeros, el contraste es claro (desde Strokes a Franz Ferdinand, Interpol, e incluso Radiohead, la mayoría no pasaba los 25 años). Más importante, Murphy hizo su ingreso trayendo consigo un bagaje musical muy obscuro, la mayoría del cual seguramente desconocían sus contemporáneos. Por ejemplo, Thom Yorke y compañía se hacían los raros en el 2000 escuchando Miles Davis, Fela Kuti y Brian Eno, más el catálogo de Aphex Twin (Dios bendiga a los chicos de Oxfordshire). Pero Murphy había consumido música que realmente no aparecía ni en los charts ni en las listas ni en las reseñas de Christgau, lo había hecho de jóven, y lo había hecho de forma casi obsesiva. De hecho, Losing My Edge sirve como guía: junto a Joy Division y Public Image Limited, aparecen mencionadas figuras tan nodales como practicamente desconocidas por el mainstream: Larry Levan, Pere Ubu, Royal Trux. En la cabeza de Murphy conviven la electrónica más bailable con el punk más clásico con el post-punk híbrido con David Bowie.
Murphy, que se habia desempeñado en los tempranos '2000 como DJ, se rodeaba de gente más jóven y menos ecléctica que él, y el contraste que percibía entre sí mismo y lo que entonces era la escena musical fue parte importante del impulso que caracterizó a LCD Soundsystem. Murphy explica que Losing My Edge nace precisamente de la neurosis y ansiedad de insertarse en un medio conocido y desconocido a la vez, y empezar a ser cooptado y cambiado por ese medio:
"when i was djing, playing can, liquid liquid, esg, all that kind of stuff, i became kind of cool for a moment, which was a total anomaly. and when i heard other djs playing similar music i was like: ‘fuck! i’m out of a job! these are my records!’ but it was like someone had crept into my brain and said all these words that i hate. did i make the records? did i fuck! so, i started becoming horrified by my own attitude. i had this moment of glory though. people would use me to dj just to get them cool. they’d be like ‘it’s the cool rock disco guy’ and this was really weird. and to be honest i was afraid that this new found coolness was going to go away and that’s where ‘losing my edge’ comes from. it is about being horrified by my own silliness. and then it became a wider thing about people who grip onto other people’s creations like they are their own. there is a lot of pathos in that character though because it’s born out of inadequacy and love.”[1]
El disco que alojó a Losing My Edge, el homónimo de la banda, fue nominado a varios premios. Otro de sus temas conocidos, "Daft Punk is Playing at My House", ganó un Grammy. Bla bla bla, todo eso pueden encontrarlo en la pagina de Wikipedia.
"All My Friends", la canción de LCD de 2007 que también fue hitazo, registra tonos similares a los de Losing My Edge. Tiene una estructura más narrativa y el motiv de la juventud y del conocimiento de la música no está en la superficie: a simple vista es una canción sobre el desarrollo y la ruptura de una relación. Pero la influencia de bandas obscuras como Can!, de Neu y de Faust es obvia (esa repetición hipnótica te la robo, amigo), y sí es explícita la descripción sin emoción y hasta irónica de todo un tramo de la vida, que puede terminar con el narrador observando a sus hijos (o a jóvenes desconocidos) y descubriendo que la muerte es eso: "When you're drunk and the kids look impossibly tanned / You think over and over, "Hey, I'm finally dead". La vida es eso que pasa entre el nacimiento y la súbita realización de que somos espectadores (de un espectáculo ridículo, compuesto por las nuevas generaciones).
En mi opinión, de todo el catálogo (que conozco) de la banda, el "tema" de Murphy con la edad, con la juventud, con el futuro y con la muerte eclosiona fuerte en el último y bellísimo album de la banda, "American Dream".
American Dream es una maqueta extraña. Tiene momentos introspectivos y amorosos ("oh baby"), episodios maníacos ("call the police, CALL THE PREACHERS", "tonite", "EMOTIONAL HAIRCUT"), y cortes extremadamente desgarradores ("change yr mind"). Mención de honor a "i used to", una oda a la nostalgia y a la inocencia perdida a través de la presión inducida por el amor, que he cantado y tarareado como soundtrack de mi vida más de lo que me gustaría reconocer. American Dream se merece a mi criterio el haber debutado en el #1 del Billboard, y más. Es un disco extenso, pero variado y coherente (la coherencia en los albumes no ha sido un fuerte de LCD Soundsystem, y en este disco, que compone diversas 'landscapes' sónicas con cierta unidad subyacente, es bienvenida).
Pero lo que más me fascina del disco es, precisamente, que Murphy continúa con el motiv de la vejez y la decadencia. Y esto parece intensificarse a medida que pasa el tiempo. Lo cual es lógico, ¿verdad? ¿Qué mejor que intensificar la crónica de cómo el mundo parece dejarte atrás cuando, efectivamente, tenés más canas y panza que el 90% de los músicos que salen en Jools Holland? Poco parece importarle a Murphy que su fanbase lo ama y lo sigue de forma fervorosa (la despedida de la banda cuando entraron en hiato, "The Long Goodbye", vendió 20.000 entradas en tiempo record). Pero ese es el punto: poco importan 20.000 voluntades individuales cuando uno mismo está seguro de que está demasiado viejo para el ruedo, y de que representa una voz 'anciana' en una escena dominada por los jóvenes.
Esa es la epopeya de Murphy: sobreponerse a los fantasmas de la decadencia y la vejez, que están más en su imaginación que en la realidad. Y aunque hay frases sobre la vejez y la decadencia en el disco (una voz agónica en "change yr mind" dice "I'm just too old for it now / At least that seems to be true", y se nos estruja el corazón), la canción de American Dream que refleja todo este asunto es el glorioso single del disco, "tonite".
Sin hacer una disección odiosa y exagerada de la canción, "tonite" es James Murphy en una cáscara de nuez: es James Murphy el músico, y es James Murphy el consumidor de 3 décadas de música que se siente alienado de todo lo que lo rodea. Es un hombre grande y amargado, enojado y sardónico. ¿Enojado con quien? Con la escena musical, donde todos "cantan la misma canción". ¿Qué dice la canción? "Tonight, tonight, tonight". Es tragicómico, porque la cancion que Murphy detesta es practicamente toda canción electrónica o semi electrónica o incluso pop que satura las radios y los singles Spotify todo el tiempo: que hablan de fiesta, y de sexo, y de la gratificación inmediata. Son canciones que Murphy conoce muy bien de sus largos años como DJ.
Estas canciones, canta Murphy, son las que reinan en las ondas de radio, "o lo que queda de las ondas de radio", luego de una supuesta época de oro perdida, y se mantienen gracias a una psicología de marketing tan berreta como efectiva. Todos escuchamos el mismo single una y otra vez, y todos terminamos repitiendo lo mismo, y todos "terminamos sintiendo las mismas cosas" (cómo el pop hecho para vender y dirigido a las masas aplasta y uniforma la experiencia es, claramente, otro de los targets de Murphy).
Es dificil no ver esto al menos como una crítica indirecta al éxito de temas como "Get Lucky" de Daft Punk -una banda que Murphy parece adorar y detestar a la vez, y un single/hitazo que rompió el año 2013-. Y es que estos temas precisamente giran en torno a un universo tan fantasioso como autocontenido de fiesta y conquista y batalla de géneros, donde todo es ya, ahora, esta noche. Todos queremos el "touch me touch me touch me tonight", eso está claro: pero algunos se dedican a cosechar exclusivamente eso. El problema para Murphy no parece ser la noche en sí, sino cómo el énfasis en esa inmediatez hace que el resto de los días y de la vida se agrieten y se desvanezcan. Y, en papel de anciano que gruñe, Murphy apunta que quienes cultivan esos temas de forma exclusiva (es decir, quienes sólo viven de consumir aquello que les es servido en bandeja y pre-digerido) son esos "chicos fabulosos" que se preocupan por conseguir esas "zapatillas de edición limitada".
Lo interesante es que, aunque con fines irónicos, Murphy canta en primera persona, ubicándose (quizá por gusto, quizá por parentesco de sangre) con los grupos que quieren el tonight, tonight, tonight. La apropiación del estilo al que critica es total, por supuesto, y la elección artística se mezcla indistintamente con la crítica: Murphy canta como un infiltrado, y trata de describir la triste realidad y comunicar un mensaje esperanzador.
"Todos los hits dicen lo mismo", vuelve a cantar Murphy, y si le creemos a esos hits, entonces "todo lo que hay", o "todo lo que queda", es esta noche. Y aquí entra la acidez de un tipo como James, tan necesaria en un contexto como el descrito: si todo se reduce a esta noche, entonces la vida es finita (un mensaje anticlimático que ningun éxito pop reconoce), y para tipos como él, esa finitud se vuelve una eternidad. Traducido al argentino, diríamos que Murphy canta que ese fin "no llega más". Ya transformado en un integrante apócrifo de esas bandas detestables, Murphy le dice, lapidario, al oyente, que este se está volviendo viejo. Pero, otra vez, esto no es tanto algo malo como algo positivo: nadie puede detener ese inexorable avance hacia el fin, y a menos que hayas alcanzado tu mejor momento (lo cual es dudoso), el futuro puede deparar cosas buenas. En una frase hermosa, Murphy describe esta paradoja: "El futuro depara mejoras, a menos que hoy día seas tan ganador que el futuro sea necesariamente una pesadilla". En definitiva, a través de una canción tan pegadiza como destructiva, Murphy está ofreciéndole al oyente "una oportunidad para vengarse" (del tedio de los hits manufacturados, de la sensación de exclusión del sistema o de la escena musical, etc.).
En la antepenúltima estrofa, Murphy se sincera totalmente: ante el oyente que pregunta quién es el narrador, o qué es lo que quiere, este último responde que es "sólo un recordatorio", "un veterano cojo de la época de las tiendas de discos", que está ahí para embestir contra la seguridad sucia y dañina de los varones, usando sus "desvaríos tardíos propios de un tipo de mediana edad". La imagen que da Murphy en el videoclip oficial es ilustrativa: se lo ve totalmente serio, caminando en círculos alrededor de la banda, con auriculares de los '80 y cantándole a un micrófono antiguo conectado a un equipo de música portátil igualmente antiguo que lleva colgado. Es el juego de Murphy: criticar, pero de forma simétrica: embestir, pero también exponerse y mostrarse vulnerable. Esto eclosiona en la última estrofa: Murphy capitaliza su propia experiencia y explica que es falso que uno esté condenado a ser fastidiado y apaleado por no pertenecer, o que uno se está perdiendo una fiesta que jamás podrá superar, o que uno esté malgastando su juventud siendo parte del decorado. El ambiente creado por el abrasivo ambiente "pop" es falso, y lo que dicen esos falsos profetas en sus canciones pegadizas "son todas mentiras", porque todos estamos en la misma situación, porque nadie corre con ventaja, y porque en definitiva no somos esclavos de las 'ondas de radio'. Y esas son buenas noticias.
Murphy, que no parece poder con su genio, es el enemigo del sistema que se infiltra para comerlo desde dentro, y mientras cosecha éxitos y premios. Uno no puede evitar preguntarse si era necesario. ¿Con qué fin tamaña maniobra? Una respuesta es que de lo que se trata es de armar una narrativa tranquilizadora pero estimulante: una narrativa que uno (sea joven o adulto o viejo) pueda repetirse a sí mismo, y que nos recuerde que allá afuera hay más cosas que la pista de baile. En otras palabras, una historia que nos recuerde que es una buena noticia que estemos envejeciendo todo el tiempo, que nos resalte que hay más cosas que las que vemos en lo inmediato, y que nos subraye que el futuro depara buenas cosas (a menos que seamos perfectos, de forma que lo único que resta sea decaer). "tonite", LCD y la historia de James Murphy nos recuerdan que esas ideas acerca de que lo mejor ya pasó, que uno es parte del decorado, y que la realidad es esa que narran esas canciones que buscan el "tonight", son, en palabras de James, "todas mentiras". ¿Se puede ser más punk que eso en 2018?
[1]: http://www.ireallylovemusic.co.uk/interviews/lcd_soundsystem.html
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